Cuando era niño solía ir al viejo aeropuerto de la ciudad para contemplar el despegue de los aviones y al mismo tiempo colocarnos de espaldas hacia las turbinas del avión y tapándonos los ojos , una manera peculiar de prepararnos para tan atrevida situación, para recibir el viento que ello provocaba, hay que decir que nos ubicábamos en la calle y lo único que nos dividía de las turbinas del avión y nosotros era un alambrado y algunos bloques de ladrillos, era alucinante escuchar el arribo de los aviones e ir a verlos despegar con el propósito de recibir todo la furia del viento que provocaba, al punto que al finalizar cada despegue teníamos que ir a la ducha para poder quitarnos el polvo del cuerpo.
Todo ello termino cuando una tarde las paredes que dividían la calle con el aeropuerto sucumbieron ante la fuerza de las turbinas de un Boeing 776 volando como verdaderos proyectiles hacia los alumnos de 2 de los colegios más populares de la ciudad dejando varios muertos y heridos en aquel incidente, no fui testigo de lo ocurrido pero si conocí a un amigo que quedo parapléjico producto de la pared que le cayó encima.
Recuerdo también que para ir al colegio en lugar de usar la calle para dirigirme a mi colegio usaba siempre el aeropuerto, era una manera de provocar a la muerte de sentirse de alguna manera el héroe del salón por hacer tremenda hazaña en esos tiempos…ese gusto solo me duro unos meses pues gracias a mis intrépidas aventuras mis padres decidieron cambiarme de colegio.
De niño solía llevar una vida sin preocupaciones sin los miedo que nos rodean, en cierta manera fui libre e irresponsable como todos de aquella generación no mediamos los peligros de nuestras acciones hasta que algo tuvo que pasar, hoy en día aun existe el viejo aeropuerto que dicho sea de paso ya se ubica en el centro de la ciudad, por lo cual ahora ya no se usa más que para algunos aterrizajes de avionetas y helicópteros, aun se ve la imponente selva de cemento en los cuales alguna vez en un tiempo pasado abrió sus puertas para la llegada de los gigantes aviones comerciales que hoy duerme guardando los recuerdos heroicos de aquellos jóvenes intrépidos.
Todo ello termino cuando una tarde las paredes que dividían la calle con el aeropuerto sucumbieron ante la fuerza de las turbinas de un Boeing 776 volando como verdaderos proyectiles hacia los alumnos de 2 de los colegios más populares de la ciudad dejando varios muertos y heridos en aquel incidente, no fui testigo de lo ocurrido pero si conocí a un amigo que quedo parapléjico producto de la pared que le cayó encima.
Recuerdo también que para ir al colegio en lugar de usar la calle para dirigirme a mi colegio usaba siempre el aeropuerto, era una manera de provocar a la muerte de sentirse de alguna manera el héroe del salón por hacer tremenda hazaña en esos tiempos…ese gusto solo me duro unos meses pues gracias a mis intrépidas aventuras mis padres decidieron cambiarme de colegio.
De niño solía llevar una vida sin preocupaciones sin los miedo que nos rodean, en cierta manera fui libre e irresponsable como todos de aquella generación no mediamos los peligros de nuestras acciones hasta que algo tuvo que pasar, hoy en día aun existe el viejo aeropuerto que dicho sea de paso ya se ubica en el centro de la ciudad, por lo cual ahora ya no se usa más que para algunos aterrizajes de avionetas y helicópteros, aun se ve la imponente selva de cemento en los cuales alguna vez en un tiempo pasado abrió sus puertas para la llegada de los gigantes aviones comerciales que hoy duerme guardando los recuerdos heroicos de aquellos jóvenes intrépidos.
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